La odisea de un portugués para inscribir a su hijo nacido en España parece interminable. El bebé sigue siendo apátrida

El 10 de agosto de 2021, Michele Carpino Martins nació por parto natural, en Valencia, una ciudad portuaria española. Pero este hijo de padre portugués, António Martins, de 42 años, y de madre italiana, Caterina Carpino, de 34, sigue sin tener derecho a la nacionalidad española. “Si hubiera sabido lo que sé hoy, habría solicitado la nacionalidad española hace mucho tiempo, antes incluso de pensar en tener un hijo. Pero, siendo ciudadano de la comunidad, nunca pensé que tendría este problema”, dice António, en tono desesperado.

Cuando Michele tenía tres meses, les dijeron a los padres que a los seis meses el bebé perdería el acceso a la salud pública, ya que la tarjeta de salud pública temporal, asignada al nacer, había caducado. “Podemos llevarlo a urgencias del hospital, pero no puede ser seguido por el pediatra de la red pública y cualquier medicamento o vacuna no tiene reembolso”, explica el padre.

La primera vez que Michele se enfermó, lo vieron en la sala de emergencias, pero todavía están esperando que llegue la factura por correo, lo que podría demorar un año. Ir a la farmacia para surtir una receta, emitida por un pediatra de la red privada, también se paga en su totalidad. Solo en vacunas, la pareja ya se ha gastado casi 200 euros.

Por el momento, no pueden inscribir a su hijo en una guardería pública, Michèle aún no existe legalmente. “Con quienes hablamos en escuelas y hospitales, nos dijeron que él tendría más derechos si éramos inmigrantes ilegales, porque entraría al país con el estatus de refugiado menor y le asignarían el número de identidad de ‘forastero’, el NEI’, adelante Antonio.

Michele debe tener pasaporte o NIE, como sus padres, para acceder a la seguridad social. Y, de momento, tampoco puedes viajar en avión, tren, autobús o barco, no puedes salir de España. Ni António ni Michele tienen derecho a una licencia para cuidar al menor y corren el riesgo de perder su trabajo por ausentarse sin justificación.

Para estos padres -que se conocieron en Valencia al final de sus estudios universitarios, António residiendo allí desde hace 17 años- todo sería más fácil si los dos fueran portugueses con un hijo nacido en España, porque existe un convenio entre Portugal y España, que permitido solicitar la nacionalidad española del bebé; siendo la madre italiana, no pueden.

el proceso se pierde

António Martins inició el proceso de registro de su hijo con una llamada telefónica al consulado de Portugal en España -como vive en Valencia, le atiende el de Barcelona (que está a cuatro horas en tren). Pero, no podía ir allí sin cita previa; probado por correo electrónico y luego en la plataforma que reúne a todos los consulados portugueses en el mundo. Aprovechando que estaba de baja por paternidad, el director de marketing de una empresa de productos vegetales, ahora trabajando desde casa, intentaba concertar una cita todos los días.

En enero de 2022, cinco meses después del nacimiento, ya preocupado por la demora de un proceso que aún no había comenzado, António envió varios correos electrónicos al consulado portugués y realizó varios intentos fallidos de llamadas telefónicas sin obtener respuesta.

En febrero, el proceso se traslada a territorio portugués tras recibir una llamada de un empleado del Centro de Servicios Consulares (dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores) que le explicó qué documentos tenía que recoger y enviar para iniciar el proceso de registro del hijo. nacimiento.

Al documento acreditativo de la residencia había que añadir los documentos de identidad válidos de los padres: el certificado de nacimiento del padre no supondría ningún problema, ya que se obtenía directamente en el consulado, mientras que el de la madre tenía que ir personalmente a Italia. Caterina intentó conseguirlo con la ayuda de familiares en Italia, pero lleva esperando varios meses y desde hace casi un año, en septiembre también espera la respuesta para registrarse como italiana en el ‘extranjero’.

En mayo, António logra concretar una cita presencial en el consulado de Portugal en Barcelona, ​​para el 28 de julio, pero el funcionario avisó de inmediato que tardaría entre dos y seis meses en obtener el registro.

En un intento de anticipación, António entregó un poder notarial a su madre, residente en Lisboa, para registrar al bebé en Portugal. La contraseña online elegida para registrar el nacimiento y solicitar la tarjeta de ciudadano resultó ser incorrecta. Como el bebé nació en el extranjero, primero se debe solicitar la nacionalidad, pero no había contraseñas disponibles para la planificación, ni en Lisboa, ni en la Gran Lisboa, ni en Setúbal. António solo obtiene un lugar en el archivo central de Oporto, donde la abuela de Michele entrega todos los documentos a un empleado que dice que no está segura de que todo esté en orden.

Aprovechando unas vacaciones en Vila Real de Santo António, los padres de Michele hacen una nueva cita en los servicios de esta ciudad, para enterarse del nuevo proceso, pero con un aviso de huelga, que anunciaba la paralización del registro civil los lunes y Los viernes de agosto, les hacía chocar la nariz contra la puerta.

Después de varios intentos, lograron que un empleado dijera que el proceso estaba incluido en el SIRIC – Sistema Integrado de Registro Civil de Identificación, que ni siquiera los empleados pueden ver en línea.

Más tarde injerencia de un amigo que es notorio e insiste con varios correos. António se entera de que no pueden encontrar el expediente en los registros civiles. “El abogado, el notario y algunos empleados me dijeron que nunca habían visto un caso así”, bromea António.

En estos momentos, con el trámite perdido y no visualizable online, António está solicitando la nacionalidad española -ya ha pasado el test de cultura y luego el de castellano- para luego pedirle la nacionalidad española a su hijo.

Mientras tanto, el 26 de agosto, Caterina viaja a Italia para registrar a su hijo como italiano, para que pueda tener acceso al NIE y, como ciudadano extranjero, poder asistir a la escuela pública y al centro de salud. En principio, una de las dos soluciones de recursos encontradas devolverá la vida a Michele.

Leticia Peguero

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