Cualquiera que pase por las afueras de la parada solo puede imaginar los mundos que se unen dentro de este edificio en la ciudad de Oporto. Por los oscuros pasillos, y procedente de varias estancias, resuena el inconfundible sonido de guitarras y tambores que han insuflado nueva vida a este espacio. Es aquí que actualmente hay alrededor de 500 músicos que utilizan este espacio como sala de ensayo y estudio de grabación, pero también donde se ubican artistas visuales y algunas empresas, que desde la década de 1990 comenzaron a alquilar las tiendas vacías de este antiguo centro comercial.
“Quien viene de Lisboa, Aveiro, Viseu, etc. y está conectado a la música debe llegar a un punto muerto. Los que vienen de España ya vienen a Parar. Hay una demanda de saber qué hay aquí”, explica Rui Guerra, presidente de la Associação de Músicos do Stop, mientras muestra el estudio de grabación que construyó en una de las salas. El futuro, sin embargo, ha estado marcado por la incertidumbre y Detener el riesgo de cerrar las puertas Por razones de seguridad. Algunos ya han comenzado a considerar alternativas, pero hay quienes no tienen más remedio que ser ese espacio para seguir haciendo música. Y todos lamentan si el resultado es el cierre de uno de los espacios culturales más conocidos de Oporto.
Rui Guerra recuerda su llegada al Stop hace veinte años: “Aquí ya había unos cuantos músicos, pero pocos. Subí al último piso y todavía había tiendas abiertas. Con otros músicos trató de luchar contra el cierre de este espacio, que necesita algunas obras para ser legalizado. La historia se ha prolongado durante casi una década, pero se ha intensificado aún más en los últimos días.
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