Desde temas fiscales en Argentina hasta temas ambientales en la Unión Europea, las políticas públicas han incidido en la Seguridad alimenticia.
La alerta fue emitida por los líderes, analistas y productores rurales del Panel Agro que se reunió durante el Agroleite 2022feria de tecnología agropecuaria organizada por Cooperativa Castrolanda, en Castro, Paraná.
Un punto en común en las presentaciones y en el debate que tuvo lugar entre productores y analistas de Brasil, Argentina y España es el efecto secundario de la regulación no solo en el suministro de alimentos, sino también en el impacto social y económico de las economías locales.
En referencia a la fuerte injerencia estatal en las actividades agropecuarias, Pedro Vigneau, Presidente de la Asociación Argentina de Siembra Directa (Aapresid) y de la Asociación Argentina de Maíz y Sorgo (Maizar), dijo que el productor argentino estaba «sobreviviendo».
Argentina
Productor rural y docente de la Universidad de Belgrano, Vigneau señaló que la política pública de El gobierno argentino afecta negativamente el desarrollo y los ingresos no solo del agronegocio, sino de toda la economíaconsiderar la importante participación del sector en la generación de riqueza en Argentina.
Por ejemplo, el país es uno de los principales productores y exportadores de soja del mundo. Y lidera la exportación de harina de soja en el mundo.
Los líderes argentinos han demostrado con cifras cómo el sistema tributario ha llevado a muchos productores a la quiebra.
Según los datos presentados por Vigneau, en promedio el 64,9% de los ingresos obtenidos en el sector agropecuario van al Estado.
Ese porcentaje, vinculado a más de 150 impuestos diferentes, que según él compromete la disposición y limita la capacidad de inversión en el campo y la tecnología.
De los principales países productores de soja, se dice que Argentina tiene la peor relación entre ingresos y volumen.
Según Vigneau, el productor argentino recibe US$114/tonelada de soja, mientras que el promedio en países como Brasil, Estados Unidos, Paraguay y Uruguay ronda los US$500.
Unión Europea
En la Unión Europea, la situación denunciada por pedro gallardoque participaron en el panel directo desde España, las severas restricciones medioambientales provocan una reducción de la superficie agrícola y ganadera, con la consiguiente disminución de la superficie y del suministro de proteínas animales y vegetales.
Dijo que Europa sigue un rumbo contrario a la tendencia de aumento de la población mundial, que ya demanda y demandará cada vez más alimentos.
La preocupación por el clima, el agua y la disponibilidad de tierras para el cultivo es ahora otro agravante, subraya Gallardo, en referencia al «Green Deal», una especie de pacto verde que se debate en la Unión Europea. Entre otras restricciones y cargos, el acuerdo prevé una reducción del 50% en el uso de productos fitosanitarios; que el 10% de las tierras agrícolas se conviertan en actividades no productivas; y el 25% del área total ocupada por la actividad agrícola es “ecológica” o designada para la conservación.
Eugênio Stefanelo, expresidente de la Conab y exsecretario de Agricultura de ParanáRecordó en el panel que la situación que se vive en Europa es similar a lo ocurrido en Brasil en relación al Código Forestal, que designó del 20% al 80% de la superficie de las propiedades rurales como áreas de reserva legal.
La diferencia es que en Brasil, a pesar del rigor de la ley ambiental, es que la extensión territorial permite ampliar el área, la producción y la productividad garantizando la preservación, explica Stefanelo, señalando que en los países europeos, ya no hay ningún área para expandir la actividad agrícola. .
Miguel Daoud, analista político y económicoquien también intervino en el debate, subrayó que la situación en el contexto mundial es «muy grave» y que el sector debe estar alerta y movilizado, de lo contrario se pondrá en peligro el suministro de alimentos del planeta.
Para Daoud, Brasil debe aprender de los problemas de Europa y Argentina para no cometer el mismo error. Señaló que el desempeño de los agronegocios en Brasil, dada la participación del sector en el PIB nacional, tiene un efecto secundario en toda la economía del país.
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